miércoles, 12 de febrero de 2014

0 Introducción a la Teología Patrística



0. INTRODUCCIÓN

Antes de empezar a hablar propiamente de los temas patrísticos, conviene hacer una breve introducción a cerca de la teología, dado que gracias a ellos nosotros podemos contar con las bases actuales de la teología.

0.1 Naturaleza, principios y método de la teología.
La teología es una disciplina en la que a partir de la revelación y bajo su luz, las verdades cristianas se encuentran interpretadas, elaboradas y ordenadas en un cuerpo doctrinal.[1] Es esencial para la teología en cuanto ciencia reflexionar sobre los datos de la fe y sobre sus orígenes.
 Mientras el amor por la sabiduría hace la filosofía, el amor por le verdad revelada hace la teología. Por su naturaleza la fe siempre apela a la inteligencia porque revela al hombre la verdad de su destino y el camino para alcanzarlo; aunque si la verdad revelada es superior a nuestra inteligencia; es superior a nuestros conceptos; en ella podemos ver la superioridad de todos ellos; sin embargo la teología invita a la inteligencia de la razón como don de Dios a que reflexione sobre ella.
La ciencia teológica que comprendiendo las verdades reveladas, busca la inteligencia de la fe, Ayuda al pueblo según el mandamiento del apóstol (1Pe 3,15) a darse cuenta de su esperanza a aquellos que lo requieren.
La fe de la que se habla que es claramente la fe sobrenatural, La fe cristiana no es natural. La fe cristiana se une a la fe natural como regalo. Es un regalo que enriquecen al creyente sea objetiva que subjetivamente: Subjetivamente en cuanto potencia la disponibilidad de escucha a la aceptación de la palabra de Dios; Objetivamente en cuanto comunica la nueva facultas, Un nuevo horizonte más rico de verdad.
Podemos distinguir dos formas o niveles de teología: Una teología elemental o espontánea y una teología especializada o reflexiva. Se trata de una distinción perfectamente legítima y necesaria.
Teología espontánea: Es a detalle comprensión de la fe que cada creyente posee, por el simple hecho de creer. Es una comprensión que nace de la exigencia vital que pertenece a aquel que ha recibido en donde la fe.
Hacer teología es una tarea que respecta al creyente en cuanto creyente. Así como el hombre es espontáneamente filosófico, Así el cristiano es espontáneamente teólogo el esfuerzo de entender lo que es aquello que necesita quererse, intellectus fidei es el problema del hombre de la facultad de pensar y de entender.
Intellectus fidei: Que se realiza en la teología espontánea, no cuenta con un lenguaje refinado, técnico, preciso, de un procedimiento riguroso y sistemático de un método científico, si no que recorre las categorías de lenguaje ordinario y de las reglas de la lógica común.
La teología científica o reflexiva: es aquél intellectus fidei qué se entiende usando como argumento hermenéutico no sólo el conocimiento ordinario sino científico o filosófico, un conocimiento razonado y sistemático.

0.1 Fuentes de la teología
Las fuentes de la teología son necesariamente dos: fides y ratio. La primera es la fuente de sus contenidos la segunda es la fuente de su comprensión. La primera se refiere a los misterios revelados, la palabra de Dios; La segunda se refiere a los instrumentos interpretativos. En efecto para sus contenidos, la teología depende de la fe.
La fides provee a la teología el principio arquitectónico. La ratio el principio hermenéutico. El principio arquitectónico es aquel misterio fundamental de la historia de la salvación (La Trinidad, Jesucristo, Encarnación, la Pasión, la Resurrección, la Eucaristía, la Gracia, la Iglesia etc.), que para un teólogo representa el centro de la revelación y que es asumido como base fundamentos del entero edificio teológico.
En las fuentes de la fides el ingrediente principal es la Sagrada Escritura; En este sentido el Concilio Vaticano II dice que la Sagrada Escritura es el “alma de la teología”. Ingrediente igualmente principal es la tradición en cuanto vehículo principal de la palabra revelada. Otro ingrediente importante es el magisterio eclesiástico.
0.2 Teología y tradición
Tradición en el sentido más usual del término significa aquello que una sociedad pequeña o grande que sea, trasmite en manera viva sea por medio de la palabra que de la escritura sus modos de creer; en este sentido la tradición representa la vida misma de una cultura. En el lenguaje teológico tradición significa todo el conjunto de la revelación divina (doctrina, sacramentos, instituciones…) del cual la Sagrada Escritura es testimonio auténtico.
La tradición es por naturaleza dinámica no estática; no se limita a ser simplemente una conservadora de conceptos adquiridos sino que constituye un proceso escatológicamente abierto. Exige por tanto la asimilación de formas y doctrinas tradicionales pero también el esfuerzo de proponer la en un modo nuevo en sintonía con los signos de los tiempos.
0.3 Los orígenes de la teología cristiana
El estudio de los orígenes y del desarrollo de la teología cristiana debe iniciarse con el estudio de los orígenes y del ambiente sociopolítico en el que se origina.
El ambiente es aquel que es encontraba determinado la creación del imperio romano. Este en la época de Augusto extendía sus dominios en todo el mundo occidental: desde el África septentrional hasta el mar del norte; de las islas británicas hasta la India. El imperio poseía una estructura política administrativa militar; tenía también una ideología religiosa que asignaba carácter divino a sus orígenes, a sus gobernadores y a sus leyes. Por este motivo cualquier otra religión se consideraba enemiga. Desde el punto de vista cultural son cuatro las grandes Madres de la teología cristiana.
Madre hebrea
La primer Madre de la teología cristiana es la hebrea. En efecto el cristianismo nació en un ambiente hebreo; Jesucristo que el fundador de la iglesia del cristianismo era hebreo; sus primeros discípulos y la iglesia naciente fueron hebreos.
El verbo eterno de Dios encarnando se asume de la estirpe de Abraham y de Jacob no solamente la naturaleza humana, sino también toda la herencia espiritual cultural y religiosa que Yahvé con gran generosidad había dado al pueblo hebreo. A este pueblo hebreo Yahvé hizo un regalo de una cultura religiosa inserta sobre el monoteísmo.
La iniciativa fue totalmente de Yahvé. Israel es el pueblo de Yahvé que escogió. Las acciones salvíficas de Yahvé establecen a Israel como pueblo; le dan a aquel identidad cultural y estabilidad social que la palabra pueblo denota. Estudios recientes han demostrado que el principio de unidad de Israel como pueblo fue propio el pacto que hizo por Yahvé.
En este apartado podemos hacer un recorrido por toda la historia de la salvación en donde nos damos cuenta que efectivamente la cultura hebrea es la Madre de la cultura cristiana.

Madre griega
La cultura griega es excelsa no sólo en el campo de las letras de las artes sino también en el campo del pensamiento. Fue la cultura griega importante en el uso de la racionalidad, el uso lógico, el uso científico. La cultura y descubrió el Logos. Grecia creó la ciencia y con la ciencia la organización rigurosa de los ámbitos del saber particularmente aquellos de la metafísica la ética y la política. Como dice Aristóteles el discurso racional puede asumir varias formas, como la sistematización del mundo del conocer (gnoseología), El mundo del hacer (ética y política) el mundo del ser (metafísica). Fundamentales y diferentes valores perennes según la sistematización de Platón y Aristóteles y Zenón de Elea.
Clemente de Alejandría afirma que la práctica de la filosofía no es cosa mala, al contrario se les dio a los mejores entre los griegos; es evidente que fue donada por la providencia que distribuye a cada uno aquello que le conviene[2].
Justino por su parte Declaraba que cada hombre en cuanto racional participen cierto modo de la razón divina el logos eterno universal principio de racionalidad por eso tienen si la capacidad de acoger cualquier fragmento de verdad que sólo Cristo ha hecho conocer enteramente por tanto todo aquello que los filósofos y legisladores en cada época han declarado…
El para la teología cristiana el rol providencial de la filosofía griega fue aquel de encontrar todo el armamento necesario para cumplir su de racionalización y sistematización de la palabra de Dios, la Divina Revelación.
En el momento en que surge el cristianismo, la filosofía era enseñada, cultivada en todos los grandes centros de cultura: Atenas, Roma, Rodas, Alejandría, Tarso, pero fue sobre todo en Alejandría y gracias a Filón que dio inicio la operación de la traducción de la revelación bíblica en categorías filosóficas de la cultura helénica. Las lecciones de Filón tuvieron pronto o una buena aceptación entre los cristianos doctos de aquella misma ciudad: Clemente y Orígenes y con ello surge la gran teología cristiana.

Madre romana
Debido a que el cristianismo se ha desarrollado al interno del Imperio Romano, la Teología cristiana le debe mucho a Roma. Las instituciones imperiales, la organización del imperio, la autoridad y la figura del emperador, la rigurosa disciplina de la sociedad romana y el derecho romano tuvieron considerables repercusiones en la Iglesia, en la organización eclesiástica sobre el Derecho Canónico pero no en la Teología.
Del imperio romano contribuyó a darle un cierto aspecto la Iglesia Católica. La concepción romana de la autoridad reforzó la concepción cristiana; el espíritu legalista del occidente puso a su idea de relación del hombre con Dios; su mentalidad pragmática pone en primer lugar los problemas que no eran los que preocupaban más a la mentalidad más especulativa del oriente[3].
En el campo de la filosofía la cultura romana tenía muy poco que ofrecer a la teología cristiana latina, sus pensadores más importantes: Lucrecio, Cicerón, Séneca eran hábiles y elocuentes divulgadores de la filosofía griega; de Epicureismo Lucrecio, del Eclecticismo Cicerón, del Estoicismo séneca. De esta manera la teología cristiana sufre mínimamente el influjo de la filosofía romana.
En el campo religioso el gran politeísmo del pueblo romano está con frecuencia presente la Teología Cristiana como objeto de crítica y de polémica. La apologética cristiana, desde Tertuliano hasta Agustín, tendrá siempre un gran rol en probar la superioridad del cristianismo, poniendo siempre en evidencia las incongruencias, las bajezas y las miserias del politeísmo de la religión romana.
Por otro lado podemos decir que la Teología Cristiana le debe a la cultura romana la lengua latina, que viene a ser la tercera lengua sacará del cristianismo. La latinitas y la romanitas Contribuyeron a darle la teología latina un timbre propio, una sobriedad, una severidad, una disciplina que corresponde al carácter del pueblo romano. Además será grande el provecho que la lengua latina recibirá de la asociación con la teología cristiana enriqueciéndose de una vasta terminología que antes del cristianismo no conocía y que los autores cristianos fueron tomando para explicar los conceptos que la cultura pagana ignoraba completamente.
La diversidad cultural y lingüística entre oriente y occidente contribuyeron a diferenciar mucho la teología latina de la griega. Mientras los teólogos griegos con frecuencia son intelectualmente audaces, inclinados a las especulaciones; sus homólogos latinos, parecen ser por el contrario prudentes, limitándose exponer la tradicional norma de fe, a excepción de aquellos que tienen influencias orientales.

Madre cristiana
Para la teología cristiana la matriz primaria principal y específica es obviamente el cristianismo. A su vez la teología cristiana recaba todo su material arquitectónico de la revelación de Cristo de la cual la iglesia se ha convertido en la una única e legítima depositaria.
La iglesia se diferencia respecto de las otras comunidades religiosas y civiles gracias a una estructura cultural propia, bien definida y perfectamente articulada, la cual representa como símbolo de creer la Verdad el Evangelio; como ritos los Sacramentos; como ley el mandamiento a nuevo de Cristo; como valores el Valor supremo de la caridad hasta el amor a los enemigos y como institución jerárquica la Iglesia[4].

Las matrices cristiana y hebrea constituyen para la teología cristiana el sentido arquitectónico, mientras que la romana y le griega, constituyen el sentido hermenéutico.
Para todos los cristianos con Jesucristo se ha comenzado verdaderamente una nueva época de la historia humana en la relación del género humano con Dios. La revelación se cumple en Jesucristo que se recapitula en dos grandes colecciones: la Sagrada Escritura neotestamentaria y la Tradición Apostólica. La Escritura y la Tradición son dos fuentes primarias y las autoridades supremas de la teología cristiana.




[1] Y. Congar, Théologie, in DTC XV/, col. 341.
[2] Clemente de Alejandría, Stromata VI,  c. 17 n. 159
[3] A. D. Nock, Christianisme et Helenisme, Cerf, París 1973, p. 134.
[4] Cf. B. Mondin, La Chiesa primizia del Regno, 2° ed., Dehoniane, Bologna 1989.

1. La Teología de los Padres



1. LA TEOLOGÍA DE LOS PADRES
Concluyendo la escritura ante del Nuevo Testamento y con la desaparición del último de los apóstoles, Juan inicia la época de la teología. Es una etapa de una larga interpretación y profundización de la fe cristiana que cuenta con 2000 años y se subdivide en varios períodos durante los cuales la disciplina teológica ha venido desarrollándose, entre los cuales se encuentra la época de los padres de la Iglesia.

Noción

La palabra griega πατηρ significa "padre". La palabra griega λογος significa "doctrina". Por lo tanto Patrología significa "doctrina de los Padres".
La Iglesia antigua, hasta el siglo IV, aplicaba el concepto natural de "padre" sólo a los obispos. A partir del s. V lo confiere también a sacerdotes (S. Jerónimo) y a diáconos (S. Efrén).
Se suelen distinguir tres ciencias que se ocupan de los Padres de la Iglesia:
  • Patrística: perspectiva teológica y dogmática;
  • Literatura cristiana: Es un concepto similar a la patrología, la diferencia consiste en el enfoque filológico de la disciplina. Desde luego implica la teología y la literatura de los padres.
  • Patrología: perspectiva amplia de tipo histórico: vida, obras y doctrina de los Padres.
 Aunque en épocas antiguas cada uno de estos tres términos significaban algo distinto —Patrística (theologia patristica), Patrología (historia y escritos de los Padres) y Literatura cristiana primitiva (disciplina no teológica de la filología de los escritores antiguos)—, en la última parte del siglo XX se tiende a utilizar de modo más o menos indiferenciado los tres nombres para la especialidad.
Actualmente las expresiones Patrística / patrístico se utilizan para indicar: el tiempo de los Padres / el tiempo perteneciente a los escritos, al pensamiento, etc. de la literatura cristiana antigua. Y se utiliza el término de Patrología para designar la ciencia de la literatura cristiana antigua[1].
Hay que mencionar también las notas que hoy en día la Iglesia nos da para considerar a un Padre de la Iglesia:
·         Antigüedad: Isidoro de Sevilla (+636), Ildefonso de Toledo (+669), Beda el Venerable (+735) y Juan Damasceno (+749) son los Padres más recientes en Occidente (los tres primeros) y Oriente (el último);
·         Ortodoxia de doctrina: se excluye a los escritores abiertamente heréticos, cismáticos y a aquellos cuyas obras contienen graves y sistemáticos errores;
·         Santidad de vida: canonizados o se les considere santos;
·         Aprobación de la Iglesia: basta un reconocimiento tácito.
Los Escritores eclesiásticos (título acuñado por S. Jerónimo) son los demás escritores antiguos (tienen la nota de antiquitas) pero que carecen de alguna de las tres últimas notas.
Los Doctores, en cambio, tienen las notas de los Padres, salvo la de antiquitas, y además eminens eruditio y expressa Ecclesiae declaratio. Son así designados por la Iglesia por la profundidad de su pensamiento unida a la santidad de vida.
Se llama doctores de la Iglesia a una serie de personas, treinta y cinco hoy día, que han sentado doctrina en el campo de la religión cristiana. La dignidad fue concebida por el Papa Bonifacio VIII (1294-1303) que aclama a los cuatro primeros doctores de la Iglesia (ver abajo la lista). El decreto de este Papa ordenando que sus fiestas fueran consideradas como dobles en toda la Iglesia se conserva en su Libro VI de decretales.
El estudioso de los Padres de la Iglesia tendrá que conocer las diversas ediciones de las obras de los Padres de que disponemos en la actualidad, es por ello que creo conveniente mencionar algunas de ellas:
·         s. XVII y XVIII: obras críticas de los benedictinos franceses de San Mauro;
·         s. XIX: J.P. Migne (+1875), 400 tomos: Patrologiae cursus completus, en series griega (PG) y latina (PL);
·         a partir de 1866: Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (CSEL): Series latina y griega de las Academias de Viena y Berlín. Publicación en curso; hasta el presente consta de 90 volúmenes;
·         a partir de 1903: Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium (CSCO), editado sucesivamente en Paris, Lovaina y Washington. Publicación en curso. Consta de 400 volúmenes hasta ahora;
·         a partir de 1953: Corpus Christianorum (CC) de los padres benedictinos de la abadía de San Pedro de Steenbrugge (Bélgica) (tres series: latina, griega y oriental) completada con una continuatio medievalis. Publicación en curso. Consta hasta ahora de unos 160 volúmenes, y está previsto que alcance los 175 volúmenes con 2348 obras o fragmentos;
·         a partir de 1942: versión francesa: Sources chrétiennes (SC), ed. du Cerf, textos bilingues. Consta hasta ahora de unos 260 volúmenes.

1.1 Características

La teología de los Padres es una reflexión sobre la fe cristiana que se nutre intensamente de la Palabra de Dios (Sagrada Escritura) y se preocupa de proponer y justificar la fe de frente al propio ambiente (judaico el pagano), de defenderla de cada corrupción y deformación (por parte de los herejes), de enunciar y exponer la implicación doctrinal no obstante las consecuencias.
En su conjunto la producción teológica de los Padres presenta las siguientes características fundamentales: es Bíblica y Cristocéntrica en cuanto a sus contenidos (principio arquitectónico), y exegética-platónica en cuanto a su forma (principio hermenéutico), además de otras características no menos importantes.

Bíblica

Esto por varios motivos. En primer lugar porque el inicio del cristianismo la única autoridad a la que podían apelar los escritores cristianos que era la Sagrada Escritura (para los Padres apostólicos los únicos testigos sagrados eran también a aquellos del Antiguo Testamento) sólo un poco más tarde se actualizó y se agregaron otras autoridades: como la tradición, los concilios y los Padres.
Pero más allá que por una razón de hecho, la teología de los Padres es bíblica también por una razón de derecho en cuanto que es teología de la religión revelada y por lo tanto debe necesariamente basarse sobre la Palabra de Dios que es el vehículo principal. Los Padres de la Iglesia, por lo tanto son en primer lugar y esencialmente comentadores de la Sagrada Escritura.
La Sagrada Escritura es leída por los Padres con el amor, con devoción, con pasión, es leída con el corazón antes que con la mente. La Sagrada Escritura era para los Padres objeto de veneración incondicional, fundamento de la fe, argumento constante de la predicación, alimento de la piedad y alma de la teología.
Para Benoit, los Padres «son los exegetas del período en el cual la Iglesia estaba unida; o sea desde los orígenes hasta el cisma de oriente»; «representan para nosotros el comentario bíblico que la Iglesia cristiana ha escrito durante los primeros días siglos de su historia»[2].
Otra razón por la que la teología de los Padres tiene características esencialmente bíblicas es debido al hecho que los grandes encuentros teológicos, primero entre cristianos y hebreos, después entre las autoridades católicas (ortodoxos) y los herejes, para lo cual, tenían siempre en el terreno la interpretación de la Sagrada Escritura y las citaciones bíblicas.

Cristocéntrica

Esta característica es esencial, ya que toda la teología cristiana se desprende de un modo particular de la Teología de los Padres, la teología cristiana de los primeros tiempos no podía no estar ligada estrecha e indisolublemente al propio fundador (Cristo): para comprenderlo, identificarlo y diferenciarlo; sobre todo de los adversarios del cristianismo (los hebreos y los paganos), y sucesivamente, identificarlo y diferenciarlo de las teorías aberrantes de los herejes. La reflexión cristológica de los Padres, del periodo sub-apostólico tiene dos exigencias:
a)      Justificar la fe cristiana de frente a los judíos y paganos.
b)      Diferenciar la verdadera fe de las herejías que se desarrollaban en el seno de la iglesia.
La profundización del misterio Cristológico se presenta en fases sucesivas, privilegiando a veces un aspecto veces otro: la relación de Cristo con el Padre; la relación de la Trinidad, en particular del Logos con Jesucristo; la relación de Cristo con la humanidad y con la Iglesia; la relación de Cristo con el Espíritu Santo.
La teología de los Padres está centrada enteramente en el misterio de Cristo al cual refieren todas las verdades particulares en una admirable síntesis. En lugar de dispersar o abolir numerosos problemas, los Padres buscaron abrazar la totalidad del misterio cristiano, siguiendo el movimiento fundamental de la Revelación y de la Economía de la Salvación, que va desde Dios, a través de Cristo, a la Iglesia, Sacramento de unión con Dios y dispensadora de la gracia, para regresar a Dios.
Gracias a todo esto debido al vivo sentido de la comunión eclesial, a su cercanía a los orígenes cristianos y a la familiaridad con la Sagrada Escritura, los Padres ven todo en un único centro (Cristo).
Como refiere A. Grillmeier, la preocupación constante de los Padres en profundizar el misterio de Cristo es aquella de salvaguardar la unidad y la unicidad de Dios. En efecto es de preocuparse el hecho de que surgen todas las herejías cristológicas y trinitarias de los primeros siglos. Todos los grupos del siglo III y IV (los sabelianos, los arrianos, los nicenos, y varios grupos intermedios) trataban siempre defender una sola cosa: la unidad y unicidad de Dios. El triteísmo no causaba problema. Pero las soluciones eran muy divergentes.
Sabelianos: A partir de los primeros decenios del siglo III el monarquianismo modalista tomó también el nombre de «sabelianismo» del hereje de origen libio Sabelio que, condenado por el papa Calixto (por el 220), difundió esta doctrina por Egipto y por Libia. Defensor de un rígido monoteísmo, Sabelio consideraba a la divinidad como una mónada que se manifestaba (o dilataba) en tres operaciones distintas: Padre en el Antiguo Testamento, Hijo en la encarnación, Espíritu Santo en pentecostés.
Con esta concepción Sabelio renovó el modalismo elemental de sus precursores, ya que introdujo en la economía de la salvación al Espíritu Santo y evitó hablar de la encarnación y de la pasión del Padre. Esta «herejía de la unión» -como la llama Hilario (De Synodis 26)- consideraba al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como un solo prosopon y una sola hipóstasis.
Resulta muy difícil precisar la extensión y la duración del sabelianismo que, para salvaguardar rígidamente el principio de la monarquía divina, se contrapuso a la Logostheologie.  Lo cierto es que en el siglo IV los partidarios de esta orientación teológica tacharon de sabelianismo a cualquier forma de monarquianismo. Esto demuestra la importancia que alcanzó el sabelianismo, pero responde igualmente a los preceptos de la retórica clásica, que prefería apelar a personajes ya desaparecidos, evitando mostrar la animosidad personal con adversarios vivos[3].
Arrianismo: Arrio, sacerdote de Alejandría, sostuvo, hacia el año 320, que Jesús no era propiamente Dios, sino la primera criatura creada por el Padre, con la misión de colaborar con Él en la obra de la creación y al que, por sus méritos, elevó al rango de Hijo suyo; por lo mismo, si con respecto a nosotros Cristo puede ser considerado como Dios, no sucede lo mismo con respecto al Padre puesto que su naturaleza no es igual ni consustancial con la naturaleza del Padre. Esta herejía se difundió como la pólvora y ganó pronto a un prelado ambicioso de la corte de Constantino, Eusebio de Nicomedia, que llegó a convertirse en el verdadero jefe militante del partido de los arrianos; también simpatizó con Arrio el historiador eclesiástico Eusebio de Cesarea. Arrio abandonó Alejandría el año 312 y se fue a propagar su herejía al Asia Menor y a Siria. El año 325 Constantino, preocupado por la difusión de la herejía y por las luchas internas que, a causa de ella, dividían a los católicos, convocó en Nicea el I Concilio Ecuménico, el cual condenó a Arrio y a sus secuaces, afirmando en el Símbolo llamado Niceno: "Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador de todas las cosas, visibles e invisibles. Creemos en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios, engendrado sólo por el Padre, o sea, de la misma sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho en el cielo y en la tierra, que por nuestra salvación bajó del cielo, se encarnó y se hizo hombre". El anatema contra Arrio estaba redactado en los siguientes términos: "En cuanto a aquellos que dicen: hubo un tiempo en que el Hijo no existía, o bien que no existía cuando aún no había sido engendrado, o bien que fue creado de la nada, o aquellos que dicen que el Hijo de Dios es de otra hipóstasis o sustancia, o que es una criatura, o cambiante y mutable, la Iglesia católica lo anatematiza". Tras este anatema lanzado por el Concilio, Constantino añadió la prohibición de que Arrio pudiera volver a Alejandría, algunos meses más tarde envió al exilio, a la Galia, a Eusebio de Nicomedia. Pero Arrio, aun desde lejos, no cedió en sus ataques; pronto se volvió a granjear la gracia del emperador. Campeón de la fe nicena fue Osio, obispo de Córdoba, y Atanasio, obispo de Alejandría, que soportó duras luchas y hasta el destierro intentando la extinción total del arrianismo, que se camufló de diversas maneras y se difundió entre los bárbaros germanos hasta los confines más septentrionales del Imperio: ostrogodos, vándalos y longobardos, entre los que perduró durante muchos años. Los últimos, arrianos longobardos desaparecieron hacia el 670, gracias a la habilidad de san Gregorio Magno.
Modalismo: Herejía del siglo III, según la cual en Dios sólo hay una persona como una es también su naturaleza: los nombres de Padre, Hijo y Espíritu Santo no son otra cosa sino aspectos diversos del Dios único, esto es, son modos de considerar a Dios en sus operaciones ad extra: como la creación, la encarnación, la efusión de la gracia. No existe, por tanto, Trinidad en Dios sino "monarquía" (de donde se le da también el nombre de monarquismo); y cuando decimos que el Hijo de Dios se encarnó y que sufrió pasión y muerte, es una simple manera de hablar, puesto que, en realidad, fue el mismo Padre quien sufrió y se encarnó y murió en la cruz (de donde también se les da el nombre de patripasianos). Los primeros padres de esta herejía parece ser que fueron Praxeas y Noeto, de primeros del siglo III, contra los que escribieron Tertuliano (Adversus Praxeam) e Hipólito romano (Contra Noetum); otros defensores de la herejía fueron, en Roma, Epígono, Cleomenes y Sabelio; del nombre de este último se llamó sabeliana a la secta modalista y duró hasta el siglo V combatida por Eusebio de Cesarea (Contra Marcellum y De ecclesiastica theologia) y por san Hilario de Poitiers (De Trinitate).
Ortodoxia: Todos los padres, concilios y escritores cristianos de la época que responden a las herejías de estos tiempos y a quienes estudiaremos más adelante.
Bajo el empuje de las herejías la reflexión teológica de los Padres contribuyó en modo sucesivo a poner aquellas miles de piedras a la cristología que fueron e heredadas de este los concilios ecuménicos de Nicea, Constantinopla, Éfeso y Calcedonia.

Exegética
  
Cuando hablamos de teología entendemos pensamientos y obras expuestas sistemáticamente sobre los misterios de la fe cristiana; pero esta manera de escribir en la época patrística ese raro por diferentes razones. Sobre todo porque la exposición sistemática viene necesariamente después de varios intentos de elaboración parcial; porque el estudio sistemático presupone una metodología precisa y rigurosa. Así en la teología de los Padres el método usualmente práctico es el exegético, que es también el mejor método que se dedica a una teología profundamente bíblica. Cuando se llegua exponer una tesis que no está fundada en las Sagradas Escrituras, para los Padres es una tesis que no puede exponerse.
En la exegesis asumen los Padres diferentes formas: el comentario, la paráfrasis, el tratado, homilía, etc. Mediante la interpretación, la lectura y la exposición no se busca corregir el sentido de la Palabra de Dios, sino enriquecerlo, sentido riquísimo que ninguna inteligencia humana puede alcanzar.
La primera cosa que puede verse en la teología de los Padres es el sentido vivo de la trascendencia de la Verdad Divina contenida en la Revelació. En los Padres se puede notar una gran humildad de frente al misterio de Dios contenido en las Sagradas Escrituras, de los cuales ellos prefieren ser simples comentadores atentos y no delegar ninguna otra cosa alterna a la autenticidad.
Para recoger toda la amplitud y riqueza del texto sagrado, los Padres parten de dos vías: la de la exégesis literal (que se refiere al sentido histórico) y la exégesis alegórica (referida al sentido espiritual). La vía alegórica es una vía amplísima que ofrece la posibilidad de diferentes lecturas, una clave especulativa, moral, escatológica, antropológica, cristológica, eclesial lógica, etc. Por esta razón los Padres no descansan nunca de referirse los Libros Sagrados, tomando un fragmento de la Sagrada Escritura e ilustrándolo confirman su propio pensamiento un cualquiera testimonio bíblico.
El uso de la Sagrada Escritura es hecho por los Padres en diferentes modos: van del discurso al testimonio según las Escrituras en la polémica anti-hebrea, también contra los gnósticos; de la elaboración de una moral cristiana en Clemente de Alejandría, al resumen de las verdades bíblicas principales en la regula fidei que se encuentra en Ireneo, Tertuliano, Orígenes, Gregorio de Nisa, en Agustín de Hipona y en muchos otros; de la interpretación técnica del texto bíblico en los comentarios iniciada por Orígenes, a la exégesis dogmática de Atanasio y de otros autores anti-arrianos; el recurso a textos bíblicos en todas las predicaciones y en los escritos monásticos como por ejemplo en la vida de Antonio hasta los tratados en las grandes exegesis.
La importancia de este biblicismo se entiende mucho mejor si se tiene presente que según los autores, al menos después del 350, tanto el estudio, como la escucha de los libros Sagrados no formaban sino la escuela cristiana; corregían el método antiguo de la enseñanza que consistía en la interpretación de los textos (lextio y disputatio). Este aspecto de la cultura cristiana aparece en los escritos de Basilio, de Agustín y en algunos aspectos de Gregorio Nacianceno.

Platónica

La teología de los Padres es platónica en lo que se refiere a su forma. Para que la teología tenga forma científica, debe recorrer la filosofía. La filosofía que los Padres de la Iglesia encontraron que más coincidía con el cristianismo fue la platónica. En este periodo el papel de Platón es tan importante que nos es difícil imaginar cómo pudiera desarrollarse una teología cristiana sin el conocimiento de sus doctrinas, sobre todo de las ideas, la creación por obra del demiurgo, la providencia mediante la potencia, la espiritualidad de inmortalidad del alma, la participación y el ejemplarismo, Platón se presentaba mejor que Aristóteles en la inculturación del cristianismo en el nivel especulativo teológico. De esta manera Platón encuentra acogida con los Padres apologistas, Justino y Atenágoras en particular.
Después de los anteriores también pertenecen a la escuela platónica Clemente de Alejandría, Orígenes, Atanasio, Gregorio Niseno, Gregorio Nacianceno, Basilio, Dionisio el Areopagita, Agustín, Hilario, Ambrosio de Milán y muchos otros. Todos se han servido de la filosofía para dar razón a las verdades cristianas. El estudio y la profundización sistemática del misterio cristiano con la ayuda de la filosofía platónica según la línea ya trazada por filón de Alejandría se llevó a cabo en griego con muchos pensadores capacitados por Ireneo que con su dedicación llevaron a cumplimiento el esfuerzo de todos sus predecesores.
Cabe mencionar que la filosofía platónica no fue aceptada inmediatamente, sino que fue metida a una profunda revisión especialmente en los puntos que más se acerca al cristianismo. De esta manera respecto de la doctrina de la creación del logos, de las potencias, de las ideas, del alma, de la providencia, de las consecuencias de la vida eterna etc. Hay una continua retractatio (por usar el término de San Agustín) según el principio: “mirad todo se ha hecho nuevo”.
Más allá de las características fundamentales antes mencionadas en la teología de los Padres hay otras también importantes: la tendencia contemplativa, el carácter apologético, la profunda eclesial y dad, y la Félix inculturación.

Contemplativa

Los Padres tienen el gusto de la contemplación de la verdad. El primer momento de la teología es necesariamente contemplativo. Esto vale para cada época en la historia de la teología; pero en la época de los Padres, que está aquella de la formación y del desarrollo de la ciencia teológica, esto se ve más marcado y evidente. En los Padres sean griegos o latinos los misterios de la fe son contemplados y saborea dos con gran intensidad. En su papel de teólogos y de pastores se manifestaba en grado altísimo el sentido profundo del misterio y la experiencia de lo divino, que les protegía contra las tentaciones del racionalismo muy fuerte y de un Fideísmo. De esta manera el sentido espiritual, las imágenes que los Padres ofrecen de sí mismos a los hombres es que no sólo aprenden, sobre todo experimentan las cosas divinas; comunican aquello que han visto y gustado en su contemplación de las cosas divinas. De esta manera se percibe la experiencia mística que tiene, dejan transpirar la familiaridad con Dios y una experiencia vivida del misterio de Cristo y de la Iglesia y un contacto constante con todas las fuentes de la teología.

Carácter apologético

La patrística es la época en la que la verdad cristiana debe afirmarse primero contra los ataques de los hebreos y de los paganos y después contra las aberraciones de los herejes. De esta manera numerosas obras de los Padres inician con el título Adversus (herejes, Marción, arrianos, Donato, maniqueos, Pelagio, Nestorio, etc.). Luchando contra las herejías los Padres fueron los autores de un gran desarrollo en la inteligencia de los contenidos dogmáticos sirviendo esto en un gran proceso a la teología. Vale la pena mencionar que las mayores reflexiones teológicas surgieron a partir de las herejías que llevaron a los escritores ortodoxos a pensar más y a fondo del misterio ha revelado a precisar el sentido recto de la Sagrada Escritura y hacer formulaciones dogmáticas más precisas y adecuadas.

Sentido eclesial

La eclesialidad está presente en los Padres de la Iglesia. Los Padres estuvieron después de los apóstoles como justamente dice San Agustín: “los que plantaron los que regaron los pastores, y los que alimentaron la Iglesia”, la cual ha podido crecer por sus acciones de vigilia y defensa.
Por su naturaleza la teología refiere funciones eclesiales: es un servicio que los especialistas de la fe desarrollan en nombre de todo el pueblo de Dios, sea cuando defienden las verdades cristianas, sea cuando interpretan la Escritura. La teología representa la conciencia reflexiva y crítica de la Iglesia. La genuina reflexión y la crítica deben ser hechas con espíritu de fraternidad (koinonia) y de servicio (diaconía). Los Padres han hecho hacen una amplia búsqueda teológica con un espíritu de libertad y con frecuencia con gran pasión, pero con la preocupación constante de la fidelidad a Cristo y a la Iglesia, de tal manera que esta fidelidad ha sido reconocida como el criterio de ortodoxia y de moral, tanto de los Padres que se consideran ortodoxos cuanto de los pensadores que entonces se designaron como herejes.

Inculturada
Como sabemos la época de los Padres es la época de la primera inculturación de la iglesia, una inculturación ejemplar que abarca a todos los sectores de la cultura: simbolismo litúrgico, herético, institucional, axiológica, lingüístico, etc. La teología representa siempre un criterio del grado de inculturación de la fe cristiana: el grado es tanto más elevado cuanto más la teología responde. Se ha inculturado la fe cristiana en una de las civilizaciones más luminosas que la humanidad ha conocido (la civilización grecorromana). La teología de los Padres ha conseguido dos importantes objetivos: una inteligencia muy profunda de los misterios cristianos y una interpretación altamente cualificada. La fe católica ha sido tratada por los Padres con el máximo respeto, con plena fidelidad a su fundamento bíblico, y con una justa apertura de espíritu hacia las nuevas necesidades y nuevas circunstancias culturales.
Con sus respectivas obras los Padres se han convertido el ejemplo de un encuentro entre la fe y la cultura, entre la fe y la razón, permaneciendo esto como guía para la Iglesia de todos los tiempos empeñada en predicar el evangelio a los hombres de diferentes culturas. Fue su tarea providencial no sólo defender el cristianismo sino también representarlo en los ambientes culturales; encontrar nuevas formas para explicar la doctrina, presentar la fe en forma de un discurso humano plenamente católico y capaz de explicar el contenido divino de la revelación salvaguardando siempre la identidad y la trascendencia. Numerosos conceptos han sido introducidos en la teología cristiana y cristológica tienen un rol determinante en la historia de los concilios y han entrado en las fórmulas dogmáticas.

1.2 Importancia

Por todo lo que hemos dicho anteriormente es fácil darnos cuenta la gran importancia que tiene la teología de los Padres de la Iglesia. Es grande e importante:
·         Porque es la primera.
·         Por el aporte en el desarrollo de la iglesia, de la tradición y de la ortodoxia.
·         Por la excelencia de sus obras.
·         Por la variedad de estilos, de métodos y de lenguajes.
·         Por la extraordinaria profundidad en la explicación de los misterios cristianos, especialmente los que se refieren a la Trinidad, a Cristo, a la gracia y al pecado.
La teología de los Padres no es solamente un instrumento para mirar, sino sobre todo un anhelo fundamental de la tradición de la que ningún cristiano o teólogo debe perder contacto. El influjo de la teología de los Padres sigue ocupando una posición especial que se muestra inconfundible respecto a otros protagonistas de la historia de la Iglesia. Los Padres son una estructura estable de la Iglesia y por todos los siglos tienen una función perenne; de tal manera que cada anuncio y magisterio sucesivo debe confrontarse siempre con su anuncio y con su magisterio; cada carisma y ministerio debe ver siempre a su paternidad, cada piedra nueva agregada al edificio debe colocarse sobre las estructuras ya puestas, y con ellas conectarse.
Se trata de una base puesta para siempre a la cual cada teología posterior debe hace referencia. Se trata de un patrimonio que no es exclusivo de una iglesia particular, al contrario trasciende los tiempos. Los Padres son en efecto Padres de la ortodoxia oriental, latina, occidental, de la teología protestante de los anglicanos objeto de estudio y de veneración de todos.
Es así que los Padres de la Iglesia siguen siendo los maestros para los teólogos, como representantes de un momento importante, decisivo de la teología de la Iglesia, como ejemplares en el desarrollo de la actividad teológica, como fuentes autorizadas y testimonios para los contenidos insustituibles que han sabido recabar de sus reflexiones y meditaciones sobre el dato revelado. Los Padres más allá que contribuir al patrimonio literario y cultural de sus respectivas naciones portan el signo indeleble de su paternidad para todos los tiempos y lugares.
A diferencia de las literaturas nacionales, que explican y plasman el genio de su propio pueblo, el patrimonio cultural de los Padres es verdaderamente católico, universal, porque enseña cómo comportarse a los hombres y los hace auténticamente cristianos.
Por el vivo sentido de lo sobrenatural y por su discernimiento de los valores humanos en relación con la especialidad cristiana sus obras fueron en los siglos pasados un excelente instrumento formativo por enteras generaciones de presbíteros y ahora son indispensables también para la iglesia de hoy.
Para referirnos a la razón que nos ha de introducir en el estudio de las obras de los Padres podemos decir que después de los apóstoles ellos son los que han plantado, los que han regado, los que han edificado, los pastores y los que han alimentado la Iglesia, la cual ha podido crecer por su acción de vigilia. Porque la Iglesia ha podido crecer es indispensable conocer a fondo su doctrina y su obra que se distingue por ser al mismo tiempo pastoral y teológica, catequética y espiritual, espiritual y social. Es por esta unidad orgánica de aspectos de la vida y de las misiones de la Iglesia que hace importante y actual el estudio de los Padres para nosotros.

1.3 División

Siglos I a IV
a) Literatura teológica cristiana (Padres Apostólicos), siglos I y II
·           La intención de sus escritos es exhortativa y catequética; su estilo es análogo a las epístolas católicas; hacen glosas de la Sagrada Escritura; escriben sobre la praxis cristiana; el tema de sus escritos son las verdades centrales cristianas.
·           Exponentes principales: S. Clemente Romano (Cartas a los Corintios), S. Ignacio de Antioquía (Cartas), Didajé, Epístola a Bernabé, Epístola a Diogneto, Pastor de Hermas.
b) Obras propiamente teológicas de los Apologistas, siglo II
·           Escriben contra los críticos paganos y los escritores agnósticos; tienen pretensiones especulativas; intentan hacer una exposición reducida a lo meramente racional; escriben contra el Gnosticismo (Basílides, Valentín, Tolomeo, Heracleón).
·           Exponentes: Arístides de Atenas, Cuadrato, S. Justino, Aristón, Taciano, Teófilo de Antioquía, Hermías, Hegesipo. Hay que considerar aparte, por su importancia, a S. Ireneo de Lyon (+202) que escribe su Adversus haereses, y la Demostratio evangelica. Es el primero que aborda la tarea de explicar la fe.
c) Estudio sistemático de la revelación (Escuelas), siglo III
—Escuela de Alejandría: utiliza la filosofía neoplatónica por primera vez para profundizar en los datos de la fe. Se caracteriza por la tarea especulativa, la exégesis alegórica y la catequesis.
·        Exponentes: Panteno; S. Clemente de Alejandría (+215): Protréptico, Pedagogo, Estromata; Orígenes (+254): Exaplas, Contra Celso, De principiis, Homilias y comentarios a la Biblia, Exhortación al martirio.
—Escuela de Antioquía: más sentido histórico e influencia aristotélica.
·        Exponentes: S. Luciano de Antioquía (+312); Arrio (+336); Diodoro de Tarso (+384); S. Juan Crisóstomo (+407); Teodoro de Mopsuestia (+428); Teodoreto de Ciro (+460).
d) Padres griegos
Su pensamiento se articula en torno a misterios trinitarios y cristológicos.
—Exponentes:
·        S. Atanasio (+373): Oratio contra gentes, Oratio de Incarnatione Verbi, Orationes y Apologia contra arrianos. Concilio de Nicea (325);
·        S. Basilio (+379): Tratado del Espíritu Santo, Homilías sobre el Hexamerón, Contra Eunomio;
·        S. Gregorio Nacianceno (+390): Discursos teológicos;
·        S. Gregorio de Nisa: perfecciona la noción de hipóstasis y sistematiza la teología y mística orientales;
·        S. Cirilo de Alejandría (+444): acentúa la tendencia sistemática;
·        S. Juan Damasceno (+749): De fide orthodoxa (muy usada en el medioevo);
·        Pseudo Dionisio Aeropagita (+ fin del s. V): De los nombres divinos, Teología mística, De la jerarquía celeste, De la jerarquía eclesiástica (culmen de la cristianización de la tradición neoplatónica; apofatismo: tradición oriental).
e) Padres latinos
·        Tertuliano (+202);
·        S. Cipriano de Cartago (+258): De Ecclesia unitate, De lapsis, Cartas;
·        S. Ambrosio de Milán (+397): De officis ministrorum, De mysteriis, De Poenitencia;
·        S. Jerónimo (+420): autor de la Vulgata (versión latina de la Biblia);
·        S. Agustín (+430): Confesiones, Retractationes, De Trinitate, De civitate Dei. Primera síntesis del pensamiento occidental cristiano. Equilibrio entre Sagrada Escritura, exposición espiritual, uso de categorías platónicas. Fides quaerens intellectum;
·        S. León Magno (+461): Epístola ad Flavianum (Concilio de Calcedonia).
Siglos V y VI
·        Se tiene la conciencia de que ha terminado una etapa creadora, y comienza una etapa de conservar lo que se ha heredado (S. Vicente de Leríns: progreso, pero fidelidad al depósito recibido). Los hombres que se encargan de esta tarea son quienes han recibido una preparación para las funciones civiles que habían desempeñado.
·        Contenido de la herencia: 1) Literatura antigua y textos de los padres, a través de los monjes; 2) La Lógica de Aristóteles, en parte; 3) plan de formación enciclopédica en servicio del estudio del texto sagrado, en la línea de S. Agustín (De doctrina christiana), Boecio y Casiodoro (planes de estudio de ambos); 4) espíritu monástico y moralismo.
—Exponentes:
·        Boecio (+524), consul y magister officiorum. Obras: Opuscula sacra (metafísica del ser, noción de persona...), De Consolatione Philosophiae (gran meditación de teodicea). Traduce varias obras de Aristóteles y transmite a la Edad Media el plan escolar de Varrón (trivium y quadrivium);
·        Gregorio Magno (+604), pretor en Roma. Su obra es esencial y exclusivamente edificante (exégesis alegórica y relativa a la experiencia personal del alma). Obras: Regula Pastoralis, Dialogos, Moralia in Iob, Homilías;
·        Casiodoro (+583), el "último romano": en dos monasterios benedictinos de Calabria (uno de ellos es "Vivarium") copia manuscritos. Obras: Institutiones divinarum et saecularium literarum (manual de cultura de las artes liberales) y Historia tripartita;
·        S. Isidoro de Sevilla (+636), "primer pedagogo de la Edad Media". Obras: Etymologiae (20 libros), Libri tres sententiarum, Liber de haeresibus, Contra Iudeos, Liber de variis quaestionibus. Formación enciclopédica para el estudio de los textos bíblicos;
·        S. Beda el Venerable (+735);
·        Alcuino de York (+804);
·        Rabano Mauro, "praeceptor Germaniae" (+856).
Resumen
0 a 325 (Prenicenos)
·        escritos sencillos: símbolos, fijación del Canon del Nuevo Testamento,
·        literatura apócrifa,
·        apologías,
·        actas y narraciones de los mártires,
·        obras antiheréticas,
·        escuelas de catequesis.
325 a 451 (Siglo de Oro)
·        tratados dogmáticos,
·        formulaciones de los dogmas,
·        grandes herejías.
451 a 750 (Etapa final)
·        temas de tipo moral,
·        florilegios (compilaciones de documentos antiguos),
·        catenae (encadenamiento de citas de los Padres).


Bibliografía:
Mondin, B., Storia della Teologia, I, 48-62
Quasten J, Patrología, I 1-31,
Moliné I, 9-30.




[2] A. Benoit, Attualità dei Padri della Chiesa, Bologna 1970, pp. 70, 77
[3] M, Simonetti, Sabelio - Sabelianos, en DPAC, 11, 1921-1922; 5. del Cura Elena, Modalismo, en DTDC, 916-922.