1. LA
TEOLOGÍA DE LOS PADRES
Concluyendo la escritura ante del Nuevo Testamento y con la
desaparición del último de los apóstoles, Juan inicia la época de la teología.
Es una etapa de una larga interpretación y profundización de la fe cristiana
que cuenta con 2000 años y se subdivide en varios períodos durante los cuales
la disciplina teológica ha venido desarrollándose, entre los cuales se
encuentra la época de los padres de la Iglesia.
Noción
La palabra griega πατηρ significa
"padre". La palabra griega λογος significa
"doctrina". Por lo tanto Patrología significa "doctrina de los
Padres".
La Iglesia antigua, hasta el siglo IV, aplicaba el concepto
natural de "padre" sólo a los obispos. A partir del s. V lo confiere
también a sacerdotes (S. Jerónimo) y a diáconos (S. Efrén).
Se suelen distinguir tres ciencias que se ocupan de los
Padres de la Iglesia:
- Patrística: perspectiva teológica y dogmática;
- Literatura cristiana: Es un concepto similar a la patrología,
la diferencia consiste en el enfoque filológico de la disciplina. Desde
luego implica la teología y la literatura de los padres.
- Patrología: perspectiva amplia de tipo histórico:
vida, obras y doctrina de los Padres.
Aunque en épocas antiguas cada uno de estos tres términos
significaban algo distinto —Patrística
(theologia patristica), Patrología (historia y escritos de los
Padres) y Literatura cristiana primitiva (disciplina
no teológica de la filología de los escritores antiguos)—, en la última parte
del siglo XX se tiende a utilizar de modo más o menos indiferenciado los tres
nombres para la especialidad.
Actualmente las expresiones Patrística / patrístico se
utilizan para indicar: el tiempo de los Padres / el tiempo perteneciente a los
escritos, al pensamiento, etc. de la literatura cristiana antigua. Y se utiliza
el término de Patrología para designar la ciencia de la literatura cristiana
antigua
.
Hay que mencionar también las notas que hoy en día la
Iglesia nos da para considerar a un Padre de la Iglesia:
·
Antigüedad: Isidoro de Sevilla (+636), Ildefonso de
Toledo (+669), Beda el Venerable (+735) y Juan Damasceno (+749) son los Padres
más recientes en Occidente (los tres primeros) y Oriente (el último);
·
Ortodoxia
de doctrina: se excluye a
los escritores abiertamente heréticos, cismáticos y a aquellos cuyas obras
contienen graves y sistemáticos errores;
·
Santidad
de vida: canonizados o se
les considere santos;
·
Aprobación
de la Iglesia: basta un
reconocimiento tácito.
Los Escritores
eclesiásticos (título acuñado por S. Jerónimo) son los demás
escritores antiguos (tienen la nota de antiquitas) pero que carecen
de alguna de las tres últimas notas.
Los Doctores,
en cambio, tienen las notas de los Padres, salvo la de antiquitas,
y además eminens eruditio y expressa Ecclesiae
declaratio. Son así designados por la Iglesia por la profundidad de su
pensamiento unida a la santidad de vida.
Se llama doctores
de la Iglesia a una serie de personas, treinta y cinco hoy día, que
han sentado doctrina en el campo de la religión cristiana. La dignidad fue
concebida por el Papa Bonifacio VIII (1294-1303) que aclama a
los cuatro primeros doctores de la Iglesia (ver abajo la lista). El decreto de
este Papa ordenando que sus fiestas fueran consideradas como dobles en toda la
Iglesia se conserva en su Libro VI de decretales.
El estudioso de los Padres de la Iglesia tendrá que conocer
las diversas ediciones de las obras de los Padres de que disponemos en la
actualidad, es por ello que creo conveniente mencionar algunas de ellas:
·
s. XVII
y XVIII: obras críticas de los benedictinos franceses de San Mauro;
·
s.
XIX: J.P. Migne (+1875), 400 tomos: Patrologiae cursus completus,
en series griega (PG) y latina (PL);
·
a
partir de 1866: Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (CSEL): Series
latina y griega de las Academias de Viena y Berlín. Publicación en curso; hasta
el presente consta de 90 volúmenes;
·
a
partir de 1903: Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium (CSCO),
editado sucesivamente en Paris, Lovaina y Washington. Publicación en curso.
Consta de 400 volúmenes hasta ahora;
·
a
partir de 1953: Corpus Christianorum (CC) de los padres
benedictinos de la abadía de San Pedro de Steenbrugge (Bélgica) (tres series:
latina, griega y oriental) completada con una continuatio medievalis.
Publicación en curso. Consta hasta ahora de unos 160 volúmenes, y está previsto
que alcance los 175 volúmenes con 2348 obras o fragmentos;
·
a
partir de 1942: versión francesa: Sources chrétiennes (SC),
ed. du Cerf, textos bilingues. Consta hasta ahora de unos 260 volúmenes.
1.1 Características
La teología de los Padres es una reflexión sobre la fe
cristiana que se nutre intensamente de la Palabra de Dios (Sagrada Escritura) y
se preocupa de proponer y justificar la fe de frente al propio ambiente
(judaico el pagano), de defenderla de cada corrupción y deformación (por parte
de los herejes), de enunciar y exponer la implicación doctrinal no obstante las
consecuencias.
En su conjunto la producción teológica de los Padres
presenta las siguientes características fundamentales: es Bíblica y Cristocéntrica
en cuanto a sus contenidos (principio arquitectónico), y exegética-platónica en
cuanto a su forma (principio hermenéutico), además de otras características no
menos importantes.
Bíblica
Esto por varios motivos. En primer lugar porque el inicio
del cristianismo la única autoridad a la que podían apelar los escritores
cristianos que era la Sagrada Escritura (para los Padres apostólicos los únicos
testigos sagrados eran también a aquellos del Antiguo Testamento) sólo un poco
más tarde se actualizó y se agregaron otras autoridades: como la tradición, los
concilios y los Padres.
Pero más allá que por una razón de hecho, la teología de
los Padres es bíblica también por una razón de derecho en cuanto que es teología
de la religión revelada y por lo tanto debe necesariamente basarse sobre la Palabra
de Dios que es el vehículo principal. Los Padres de la Iglesia, por lo tanto
son en primer lugar y esencialmente comentadores de la Sagrada Escritura.
La Sagrada Escritura es leída por los Padres con el amor,
con devoción, con pasión, es leída con el corazón antes que con la mente. La Sagrada
Escritura era para los Padres objeto de veneración incondicional, fundamento de
la fe, argumento constante de la predicación, alimento de la piedad y alma de
la teología.
Para Benoit, los Padres «son los exegetas del período en el
cual la Iglesia estaba unida; o sea desde los orígenes hasta el cisma de
oriente»; «representan para nosotros el comentario bíblico que la Iglesia cristiana
ha escrito durante los primeros días siglos de su historia»
.
Otra razón por la que la teología de los Padres tiene
características esencialmente bíblicas es debido al hecho que los grandes
encuentros teológicos, primero entre cristianos y hebreos, después entre las
autoridades católicas (ortodoxos) y los herejes, para lo cual, tenían siempre
en el terreno la interpretación de la Sagrada Escritura y las citaciones
bíblicas.
Cristocéntrica
Esta característica es esencial, ya que toda la teología
cristiana se desprende de un modo particular de la Teología de los Padres, la
teología cristiana de los primeros tiempos no podía no estar ligada estrecha e
indisolublemente al propio fundador (Cristo): para comprenderlo, identificarlo
y diferenciarlo; sobre todo de los adversarios del cristianismo (los hebreos y los
paganos), y sucesivamente, identificarlo y diferenciarlo de las teorías
aberrantes de los herejes. La reflexión cristológica de los Padres, del periodo
sub-apostólico tiene dos exigencias:
a)
Justificar la fe cristiana de frente a los
judíos y paganos.
b)
Diferenciar la verdadera fe de las herejías que
se desarrollaban en el seno de la iglesia.
La profundización del misterio Cristológico se presenta en
fases sucesivas, privilegiando a veces un aspecto veces otro: la relación de
Cristo con el Padre; la relación de la Trinidad, en particular del Logos con
Jesucristo; la relación de Cristo con la humanidad y con la Iglesia; la
relación de Cristo con el Espíritu Santo.
La teología de los Padres está centrada enteramente en el
misterio de Cristo al cual refieren todas las verdades particulares en una admirable
síntesis. En lugar de dispersar o abolir numerosos problemas, los Padres
buscaron abrazar la totalidad del misterio cristiano, siguiendo el movimiento
fundamental de la Revelación y de la Economía de la Salvación, que va desde
Dios, a través de Cristo, a la Iglesia, Sacramento de unión con Dios y
dispensadora de la gracia, para regresar a Dios.
Gracias a todo esto debido al vivo sentido de la comunión
eclesial, a su cercanía a los orígenes cristianos y a la familiaridad con la Sagrada
Escritura, los Padres ven todo en un único centro (Cristo).
Como
refiere A.
Grillmeier, la preocupación constante de los Padres en profundizar el misterio
de Cristo es aquella de salvaguardar la unidad y la unicidad de Dios. En efecto
es de preocuparse el hecho de que surgen todas las herejías cristológicas y trinitarias
de los primeros siglos. Todos los grupos del siglo III y IV (los sabelianos,
los arrianos, los nicenos, y varios grupos intermedios) trataban siempre
defender una sola cosa: la unidad y unicidad de Dios. El triteísmo no causaba
problema. Pero las soluciones eran muy divergentes.
Sabelianos: A partir de los primeros decenios del siglo
III el monarquianismo modalista tomó también el nombre de «sabelianismo» del
hereje de origen libio Sabelio que, condenado por el papa Calixto (por el 220),
difundió esta doctrina por Egipto y por Libia. Defensor de un rígido
monoteísmo, Sabelio consideraba a la divinidad como una mónada que se
manifestaba (o dilataba) en tres operaciones distintas: Padre en el Antiguo
Testamento, Hijo en la encarnación, Espíritu Santo en pentecostés.
Con esta concepción
Sabelio renovó el modalismo elemental de sus precursores, ya que introdujo en
la economía de la salvación al Espíritu Santo y evitó hablar de la encarnación
y de la pasión del Padre. Esta «herejía de la unión» -como la llama Hilario (De Synodis 26)-
consideraba al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como un solo prosopon y una
sola hipóstasis.
Resulta muy
difícil precisar la extensión y la duración del sabelianismo que, para
salvaguardar rígidamente el principio de la monarquía divina, se contrapuso a
la Logostheologie. Lo cierto es que en
el siglo IV los partidarios de esta orientación teológica tacharon de
sabelianismo a cualquier forma de monarquianismo. Esto demuestra la importancia
que alcanzó el sabelianismo, pero responde igualmente a los preceptos de la
retórica clásica, que prefería apelar a personajes ya desaparecidos, evitando
mostrar la animosidad personal con adversarios vivos.
Arrianismo:
Arrio, sacerdote de Alejandría, sostuvo, hacia el año 320, que Jesús no era
propiamente Dios, sino la primera criatura creada por el Padre, con la misión
de colaborar con Él en la obra de la creación y al que, por sus méritos, elevó
al rango de Hijo suyo; por lo mismo, si con respecto a nosotros Cristo puede
ser considerado como Dios, no sucede lo mismo con respecto al Padre puesto que
su naturaleza no es igual ni consustancial con la naturaleza del Padre. Esta
herejía se difundió como la pólvora y ganó pronto a un prelado ambicioso de la
corte de Constantino, Eusebio de Nicomedia, que llegó a convertirse en el
verdadero jefe militante del partido de los arrianos; también simpatizó con
Arrio el historiador eclesiástico Eusebio de Cesarea. Arrio abandonó Alejandría
el año 312 y se fue a propagar su herejía al Asia Menor y a Siria. El año 325
Constantino, preocupado por la difusión de la herejía y por las luchas internas
que, a causa de ella, dividían a los católicos, convocó en Nicea el I Concilio
Ecuménico, el cual condenó a Arrio y a sus secuaces, afirmando en el Símbolo
llamado Niceno: "Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador de
todas las cosas, visibles e invisibles. Creemos en un solo Señor Jesucristo,
Hijo de Dios, engendrado sólo por el Padre, o sea, de la misma sustancia del
Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho en el
cielo y en la tierra, que por nuestra salvación bajó del cielo, se encarnó y se
hizo hombre". El anatema contra Arrio estaba redactado en los siguientes
términos: "En cuanto a aquellos que dicen: hubo un tiempo en que el Hijo
no existía, o bien que no existía cuando aún no había sido engendrado, o bien
que fue creado de la nada, o aquellos que dicen que el Hijo de Dios es de otra
hipóstasis o sustancia, o que es una criatura, o cambiante y mutable, la Iglesia católica lo
anatematiza". Tras este anatema lanzado por el Concilio, Constantino
añadió la prohibición de que Arrio pudiera volver a Alejandría, algunos meses
más tarde envió al exilio, a la
Galia, a Eusebio de Nicomedia. Pero Arrio, aun desde lejos,
no cedió en sus ataques; pronto se volvió a granjear la gracia del emperador.
Campeón de la fe nicena fue Osio, obispo de Córdoba, y Atanasio, obispo de
Alejandría, que soportó duras luchas y hasta el destierro intentando la
extinción total del arrianismo, que se camufló de diversas maneras y se
difundió entre los bárbaros germanos hasta los confines más septentrionales del
Imperio: ostrogodos, vándalos y longobardos, entre los que perduró durante
muchos años. Los últimos, arrianos longobardos desaparecieron hacia el 670,
gracias a la habilidad de san Gregorio Magno.
Modalismo:
Herejía del siglo III, según la cual en Dios sólo hay una persona como una es
también su naturaleza: los nombres de Padre, Hijo y Espíritu Santo no son otra
cosa sino aspectos diversos del Dios único, esto es, son modos de considerar a
Dios en sus operaciones ad extra: como la creación, la encarnación, la efusión
de la gracia. No existe, por tanto, Trinidad en Dios sino "monarquía"
(de donde se le da también el nombre de monarquismo); y cuando decimos que el
Hijo de Dios se encarnó y que sufrió pasión y muerte, es una simple manera de
hablar, puesto que, en realidad, fue el mismo Padre quien sufrió y se encarnó y
murió en la cruz (de donde también se les da el nombre de patripasianos). Los
primeros padres de esta herejía parece ser que fueron Praxeas y Noeto, de
primeros del siglo III, contra los que escribieron Tertuliano (Adversus
Praxeam) e Hipólito romano (Contra Noetum); otros defensores de la herejía
fueron, en Roma, Epígono, Cleomenes y Sabelio; del nombre de este último se
llamó sabeliana a la secta modalista y duró hasta el siglo V combatida por
Eusebio de Cesarea (Contra Marcellum y De ecclesiastica theologia) y por san
Hilario de Poitiers (De Trinitate).
Ortodoxia: Todos
los padres, concilios y escritores cristianos de la época que responden a las
herejías de estos tiempos y a quienes estudiaremos más adelante.
Bajo el empuje de las herejías la reflexión teológica de
los Padres contribuyó en modo sucesivo a poner aquellas miles de piedras a la
cristología que fueron e heredadas de este los concilios ecuménicos de Nicea,
Constantinopla, Éfeso y Calcedonia.
Exegética
Cuando hablamos de
teología entendemos pensamientos y obras expuestas sistemáticamente sobre los
misterios de la fe cristiana; pero esta manera de escribir en la época
patrística ese raro por diferentes razones. Sobre todo porque la exposición
sistemática viene necesariamente después de varios intentos de elaboración
parcial; porque el estudio sistemático presupone una metodología precisa y
rigurosa. Así en la teología de los Padres el método usualmente práctico es el
exegético, que es también el mejor método que se dedica a una teología profundamente
bíblica. Cuando se llegua exponer una tesis que no está fundada en las Sagradas
Escrituras, para los Padres es una tesis que no puede exponerse.
En la exegesis asumen los Padres diferentes formas: el
comentario, la paráfrasis, el tratado, homilía, etc. Mediante la interpretación,
la lectura y la exposición no se busca corregir el sentido de la Palabra de
Dios, sino enriquecerlo, sentido riquísimo que ninguna inteligencia humana
puede alcanzar.
La primera cosa que puede verse en la teología de los
Padres es el sentido vivo de la trascendencia de la Verdad Divina contenida en
la Revelació. En los Padres se puede notar una gran humildad de frente al
misterio de Dios contenido en las Sagradas Escrituras, de los cuales ellos
prefieren ser simples comentadores atentos y no delegar ninguna otra cosa
alterna a la autenticidad.
Para recoger toda la amplitud y riqueza del texto sagrado,
los Padres parten de dos vías: la de la exégesis literal (que se refiere al
sentido histórico) y la exégesis alegórica (referida al sentido espiritual). La
vía alegórica es una vía amplísima que ofrece la posibilidad de diferentes
lecturas, una clave especulativa, moral, escatológica, antropológica,
cristológica, eclesial lógica, etc. Por esta razón los Padres no descansan
nunca de referirse los Libros Sagrados, tomando un fragmento de la Sagrada
Escritura e ilustrándolo confirman su propio pensamiento un cualquiera
testimonio bíblico.
El uso de la Sagrada Escritura es hecho por los Padres en
diferentes modos: van del discurso al testimonio según las Escrituras en la
polémica anti-hebrea, también contra los gnósticos; de la elaboración de una
moral cristiana en Clemente de Alejandría, al resumen de las verdades bíblicas
principales en la regula fidei que se
encuentra en Ireneo, Tertuliano, Orígenes, Gregorio de Nisa, en Agustín de
Hipona y en muchos otros; de la interpretación técnica del texto bíblico en los
comentarios iniciada por Orígenes, a la exégesis dogmática de Atanasio y de
otros autores anti-arrianos; el recurso a textos bíblicos en todas las
predicaciones y en los escritos monásticos como por ejemplo en la vida de
Antonio hasta los tratados en las grandes exegesis.
La importancia de este biblicismo se entiende mucho mejor si
se tiene presente que según los autores, al menos después del 350, tanto el
estudio, como la escucha de los libros Sagrados no formaban sino la escuela cristiana; corregían
el método antiguo de la enseñanza que consistía en la interpretación de los
textos (lextio y disputatio). Este aspecto de la cultura cristiana aparece en los
escritos de Basilio, de Agustín y en algunos aspectos de Gregorio Nacianceno.
Platónica
La teología de los Padres es platónica en lo que se refiere
a su forma. Para que la teología tenga forma científica, debe recorrer la
filosofía. La filosofía que los Padres de la Iglesia encontraron que más
coincidía con el cristianismo fue la platónica. En este periodo el papel de Platón
es tan importante que nos es difícil imaginar cómo pudiera desarrollarse una
teología cristiana sin el conocimiento de sus doctrinas, sobre todo de las
ideas, la creación por obra del demiurgo, la providencia mediante la potencia,
la espiritualidad de inmortalidad del alma, la participación y el ejemplarismo,
Platón se presentaba mejor que Aristóteles en la inculturación del cristianismo
en el nivel especulativo teológico. De esta manera Platón encuentra acogida con
los Padres apologistas, Justino y Atenágoras en particular.
Después de los anteriores también pertenecen a la escuela
platónica Clemente de Alejandría, Orígenes, Atanasio, Gregorio Niseno, Gregorio
Nacianceno, Basilio, Dionisio el Areopagita, Agustín, Hilario, Ambrosio de
Milán y muchos otros. Todos se han servido de la filosofía para dar razón a las
verdades cristianas. El estudio y la profundización sistemática del misterio
cristiano con la ayuda de la filosofía platónica según la línea ya trazada por
filón de Alejandría se llevó a cabo en griego con muchos pensadores capacitados
por Ireneo que con su dedicación llevaron a cumplimiento el esfuerzo de todos
sus predecesores.
Cabe mencionar que la filosofía platónica no fue aceptada
inmediatamente, sino que fue metida a una profunda revisión especialmente en
los puntos que más se acerca al cristianismo. De esta manera respecto de la
doctrina de la creación del logos, de las potencias, de las ideas, del alma, de
la providencia, de las consecuencias de la vida eterna etc. Hay una continua retractatio (por usar el término de San
Agustín) según el principio: “mirad todo se ha hecho nuevo”.
Más allá de las características fundamentales antes
mencionadas en la teología de los Padres hay otras también importantes: la
tendencia contemplativa, el carácter apologético, la profunda eclesial y dad, y
la Félix inculturación.
Contemplativa
Los Padres tienen el gusto de la contemplación de la
verdad. El primer momento de la teología es necesariamente contemplativo. Esto
vale para cada época en la historia de la teología; pero en la época de los
Padres, que está aquella de la formación y del desarrollo de la ciencia
teológica, esto se ve más marcado y evidente. En los Padres sean griegos o
latinos los misterios de la fe son contemplados y saborea dos con gran
intensidad. En su papel de teólogos y de pastores se manifestaba en grado
altísimo el sentido profundo del misterio y la experiencia de lo divino, que
les protegía contra las tentaciones del racionalismo muy fuerte y de un
Fideísmo. De esta manera el sentido espiritual, las imágenes que los Padres
ofrecen de sí mismos a los hombres es que no sólo aprenden, sobre todo
experimentan las cosas divinas; comunican aquello que han visto y gustado en su
contemplación de las cosas divinas. De esta manera se percibe la experiencia
mística que tiene, dejan transpirar la familiaridad con Dios y una experiencia
vivida del misterio de Cristo y de la Iglesia y un contacto constante con todas
las fuentes de la teología.
Carácter apologético
La patrística es la época en la que la verdad cristiana
debe afirmarse primero contra los ataques de los hebreos y de los paganos y
después contra las aberraciones de los herejes. De esta manera numerosas obras
de los Padres inician con el título Adversus
(herejes, Marción, arrianos, Donato, maniqueos, Pelagio, Nestorio, etc.).
Luchando contra las herejías los Padres fueron los autores de un gran
desarrollo en la inteligencia de los contenidos dogmáticos sirviendo esto en un
gran proceso a la teología. Vale la pena mencionar que las mayores reflexiones
teológicas surgieron a partir de las herejías que llevaron a los escritores
ortodoxos a pensar más y a fondo del misterio ha revelado a precisar el sentido
recto de la Sagrada Escritura y hacer formulaciones dogmáticas más precisas y
adecuadas.
Sentido eclesial
La eclesialidad está presente en los Padres de la Iglesia.
Los Padres estuvieron después de los apóstoles como justamente dice San
Agustín: “los que plantaron los que regaron los pastores, y los que alimentaron
la Iglesia”, la cual ha podido crecer por sus acciones de vigilia y defensa.
Por su naturaleza la teología refiere funciones eclesiales:
es un servicio que los especialistas de la fe desarrollan en nombre de todo el
pueblo de Dios, sea cuando defienden las verdades cristianas, sea cuando
interpretan la Escritura. La teología representa la conciencia reflexiva y
crítica de la Iglesia. La genuina reflexión y la crítica deben ser hechas con
espíritu de fraternidad (koinonia) y
de servicio (diaconía). Los Padres
han hecho hacen una amplia búsqueda teológica con un espíritu de libertad y con
frecuencia con gran pasión, pero con la preocupación constante de la fidelidad
a Cristo y a la Iglesia, de tal manera que esta fidelidad ha sido reconocida
como el criterio de ortodoxia y de moral, tanto de los Padres que se consideran
ortodoxos cuanto de los pensadores que entonces se designaron como herejes.
Inculturada
Como sabemos la época de los Padres es la época de la primera
inculturación de la iglesia, una inculturación ejemplar que abarca a todos los
sectores de la cultura: simbolismo litúrgico, herético, institucional, axiológica,
lingüístico, etc. La teología representa siempre un criterio del grado de
inculturación de la fe cristiana: el grado es tanto más elevado cuanto más la
teología responde. Se ha inculturado la fe cristiana en una de las
civilizaciones más luminosas que la humanidad ha conocido (la civilización
grecorromana). La teología de los Padres ha conseguido dos importantes
objetivos: una inteligencia muy profunda de los misterios cristianos y una
interpretación altamente cualificada. La fe católica ha sido tratada por los
Padres con el máximo respeto, con plena fidelidad a su fundamento bíblico, y
con una justa apertura de espíritu hacia las nuevas necesidades y nuevas
circunstancias culturales.
Con sus respectivas obras los Padres se han convertido el
ejemplo de un encuentro entre la fe y la cultura, entre la fe y la razón,
permaneciendo esto como guía para la Iglesia de todos los tiempos empeñada en
predicar el evangelio a los hombres de diferentes culturas. Fue su tarea providencial
no sólo defender el cristianismo sino también representarlo en los ambientes
culturales; encontrar nuevas formas para explicar la doctrina, presentar la fe
en forma de un discurso humano plenamente católico y capaz de explicar el
contenido divino de la revelación salvaguardando siempre la identidad y la
trascendencia. Numerosos conceptos han sido introducidos en la teología
cristiana y cristológica tienen un rol determinante en la historia de los
concilios y han entrado en las fórmulas dogmáticas.
1.2 Importancia
Por todo lo que hemos dicho anteriormente es fácil darnos
cuenta la gran importancia que tiene la teología de los Padres de la Iglesia.
Es grande e importante:
·
Porque es la primera.
·
Por el aporte en el desarrollo de la iglesia, de
la tradición y de la ortodoxia.
·
Por la excelencia de sus obras.
·
Por la variedad de estilos, de métodos y de
lenguajes.
·
Por la extraordinaria profundidad en la
explicación de los misterios cristianos, especialmente los que se refieren a la
Trinidad, a Cristo, a la gracia y al pecado.
La teología de los Padres no es solamente un instrumento
para mirar, sino sobre todo un anhelo fundamental de la tradición de la que
ningún cristiano o teólogo debe perder contacto. El influjo de la teología de
los Padres sigue ocupando una posición especial que se muestra inconfundible
respecto a otros protagonistas de la historia de la Iglesia. Los Padres son una
estructura estable de la Iglesia y por todos los siglos tienen una función
perenne; de tal manera que cada anuncio y magisterio sucesivo debe confrontarse
siempre con su anuncio y con su magisterio; cada carisma y ministerio debe ver
siempre a su paternidad, cada piedra nueva agregada al edificio debe colocarse
sobre las estructuras ya puestas, y con ellas conectarse.
Se trata de una base puesta para siempre a la cual cada
teología posterior debe hace referencia. Se trata de un patrimonio que no es
exclusivo de una iglesia particular, al contrario trasciende los tiempos. Los
Padres son en efecto Padres de la ortodoxia oriental, latina, occidental, de la
teología protestante de los anglicanos objeto de estudio y de veneración de
todos.
Es así que los Padres de la Iglesia siguen siendo los
maestros para los teólogos, como representantes de un momento importante,
decisivo de la teología de la Iglesia, como ejemplares en el desarrollo de la
actividad teológica, como fuentes autorizadas y testimonios para los contenidos
insustituibles que han sabido recabar de sus reflexiones y meditaciones sobre
el dato revelado. Los Padres más allá que contribuir al patrimonio literario y
cultural de sus respectivas naciones portan el signo indeleble de su paternidad
para todos los tiempos y lugares.
A diferencia de las literaturas nacionales, que explican y
plasman el genio de su propio pueblo, el patrimonio cultural de los Padres es
verdaderamente católico, universal, porque enseña cómo comportarse a los
hombres y los hace auténticamente cristianos.
Por el vivo sentido de lo sobrenatural y por su
discernimiento de los valores humanos en relación con la especialidad cristiana
sus obras fueron en los siglos pasados un excelente instrumento formativo por
enteras generaciones de presbíteros y ahora son indispensables también para la
iglesia de hoy.
Para referirnos a la razón que nos ha de introducir en el
estudio de las obras de los Padres podemos decir que después de los apóstoles
ellos son los que han plantado, los que han regado, los que han edificado, los
pastores y los que han alimentado la Iglesia, la cual ha podido crecer por su
acción de vigilia. Porque la Iglesia ha podido crecer es indispensable conocer
a fondo su doctrina y su obra que se distingue por ser al mismo tiempo pastoral
y teológica, catequética y espiritual, espiritual y social. Es por esta unidad orgánica
de aspectos de la vida y de las misiones de la Iglesia que hace importante y
actual el estudio de los Padres para nosotros.
1.3 División
Siglos I a IV
a) Literatura teológica cristiana (Padres
Apostólicos), siglos I y II
·
La intención de sus escritos es
exhortativa y catequética; su estilo es análogo a las epístolas católicas;
hacen glosas de la Sagrada Escritura; escriben sobre la praxis cristiana; el
tema de sus escritos son las verdades centrales cristianas.
·
Exponentes principales: S. Clemente Romano
(Cartas a los Corintios), S. Ignacio
de Antioquía (Cartas), Didajé, Epístola a Bernabé, Epístola a Diogneto, Pastor de
Hermas.
b) Obras propiamente teológicas de los Apologistas,
siglo II
·
Escriben contra los críticos paganos y los
escritores agnósticos; tienen pretensiones especulativas; intentan hacer una
exposición reducida a lo meramente racional; escriben contra el Gnosticismo
(Basílides, Valentín, Tolomeo, Heracleón).
·
Exponentes: Arístides de Atenas, Cuadrato,
S. Justino, Aristón, Taciano, Teófilo de Antioquía, Hermías, Hegesipo. Hay que
considerar aparte, por su importancia, a S. Ireneo de Lyon (+202) que escribe
su Adversus haereses, y la Demostratio evangelica. Es el primero
que aborda la tarea de explicar la fe.
c) Estudio sistemático de la revelación (Escuelas),
siglo III
—Escuela de Alejandría: utiliza la
filosofía neoplatónica por primera vez para profundizar en los datos de la fe.
Se caracteriza por la tarea especulativa, la exégesis alegórica y la
catequesis.
·
Exponentes: Panteno; S. Clemente de
Alejandría (+215): Protréptico, Pedagogo, Estromata; Orígenes (+254): Exaplas,
Contra Celso, De principiis, Homilias y
comentarios a la Biblia, Exhortación al martirio.
—Escuela
de Antioquía: más sentido histórico e influencia aristotélica.
·
Exponentes: S. Luciano de Antioquía
(+312); Arrio (+336); Diodoro de Tarso (+384); S. Juan Crisóstomo (+407);
Teodoro de Mopsuestia (+428); Teodoreto de Ciro (+460).
d) Padres griegos
Su
pensamiento se articula en torno a misterios trinitarios y cristológicos.
—Exponentes:
·
S. Atanasio (+373): Oratio
contra gentes, Oratio de Incarnatione
Verbi, Orationes y Apologia contra
arrianos. Concilio de Nicea (325);
·
S. Basilio (+379): Tratado del Espíritu Santo, Homilías
sobre el Hexamerón, Contra Eunomio;
·
S. Gregorio Nacianceno (+390): Discursos teológicos;
·
S. Gregorio de Nisa: perfecciona la noción
de hipóstasis y sistematiza la teología y mística orientales;
·
S. Cirilo de Alejandría (+444): acentúa la
tendencia sistemática;
·
S. Juan Damasceno (+749): De fide orthodoxa (muy usada en el
medioevo);
·
Pseudo Dionisio Aeropagita (+ fin del s.
V): De los nombres divinos, Teología mística, De la jerarquía celeste, De
la jerarquía eclesiástica (culmen de la cristianización de la tradición
neoplatónica; apofatismo: tradición oriental).
e) Padres latinos
·
Tertuliano (+202);
·
S. Cipriano de Cartago (+258): De Ecclesia unitate, De lapsis, Cartas;
·
S. Ambrosio de Milán (+397): De officis ministrorum, De mysteriis, De Poenitencia;
·
S. Jerónimo (+420): autor de la Vulgata (versión latina de la Biblia);
·
S. Agustín (+430): Confesiones, Retractationes,
De Trinitate, De civitate Dei. Primera síntesis del pensamiento occidental
cristiano. Equilibrio entre Sagrada Escritura, exposición espiritual, uso de
categorías platónicas. Fides quaerens
intellectum;
·
S. León Magno (+461): Epístola
ad Flavianum (Concilio de Calcedonia).
Siglos V y VI
·
Se tiene la conciencia de que ha terminado
una etapa creadora, y comienza una etapa de conservar lo que se ha heredado (S.
Vicente de Leríns: progreso, pero fidelidad al depósito recibido). Los hombres
que se encargan de esta tarea son quienes han recibido una preparación para las
funciones civiles que habían desempeñado.
·
Contenido de la herencia: 1) Literatura
antigua y textos de los padres, a través de los monjes; 2) La Lógica de Aristóteles, en parte; 3) plan
de formación enciclopédica en servicio del estudio del texto sagrado, en la
línea de S. Agustín (De doctrina
christiana), Boecio y Casiodoro (planes de estudio de ambos); 4) espíritu
monástico y moralismo.
—Exponentes:
·
Boecio (+524), consul y magister officiorum. Obras: Opuscula
sacra (metafísica del ser, noción de persona...), De Consolatione Philosophiae (gran meditación de teodicea). Traduce
varias obras de Aristóteles y transmite a la Edad Media el plan escolar de
Varrón (trivium y quadrivium);
·
Gregorio Magno (+604), pretor en Roma. Su
obra es esencial y exclusivamente edificante (exégesis alegórica y relativa a
la experiencia personal del alma). Obras: Regula
Pastoralis, Dialogos, Moralia in Iob, Homilías;
·
Casiodoro (+583), el "último
romano": en dos monasterios benedictinos de Calabria (uno de ellos es
"Vivarium") copia manuscritos. Obras: Institutiones divinarum et saecularium literarum (manual de cultura
de las artes liberales) y Historia
tripartita;
·
S. Isidoro de Sevilla (+636), "primer
pedagogo de la Edad Media". Obras: Etymologiae
(20 libros), Libri tres sententiarum,
Liber de haeresibus, Contra Iudeos, Liber de variis quaestionibus. Formación enciclopédica para el
estudio de los textos bíblicos;
·
S. Beda el Venerable (+735);
·
Alcuino de York (+804);
·
Rabano Mauro, "praeceptor Germaniae" (+856).
Resumen
0 a 325 (Prenicenos)
·
escritos sencillos: símbolos, fijación del
Canon del Nuevo Testamento,
·
literatura apócrifa,
·
apologías,
·
actas y narraciones de los mártires,
·
obras antiheréticas,
·
escuelas de catequesis.
325 a 451 (Siglo de Oro)
·
tratados dogmáticos,
·
formulaciones de los dogmas,
·
grandes herejías.
451 a 750 (Etapa final)
·
temas de tipo moral,
·
florilegios (compilaciones de documentos
antiguos),
·
catenae (encadenamiento de citas de los
Padres).
—Bibliografía:
Mondin, B., Storia della Teologia, I, 48-62
Quasten J, Patrología, I 1-31,
Moliné I, 9-30.
A. Benoit, Attualità dei Padri della Chiesa,
Bologna 1970, pp. 70, 77